Cuando tenga problemas, ponga un ídolo en su vida. No le ayudará a resolverlos, pero al menos sí a olvidarlos. Para el idólatra, un gallo de David Bustamante puede ser más duro que un dolor de muelas y un catarro de Pablo Aimar, peor que un mal día en el trabajo.
Ídolos hay de todos los tipos. También el camino hacia el encumbramiento social tiene más o menos curvas según quien lo recorre. A algunos se les pide unos mínimos requisitos: carisma a los actores, labia a los políticos... A otros les basta con hacer bien su trabajo o ser gente normal. Es el caso de los deportistas o los chicos de "Operación Triunfo".
La conquista de la Liga y la llegada de la gira del popular concurso televisivo han permitido a peloteros y aspirantes a cantante poner Valencia a sus pies. Fiebre colectiva, aeropuertos colapsados, gente que hace de la calle su hogar y de la lluvia un compañero para poder verlos de cerca... Son ídolos.
Lo del Valencia resulta más que lógico a tenor de la gesta conseguida. En el caso de "Operación Triunfo", lo que menos importa a sus admiradores es la aptitud de los chavales para la música. Fascina el aura de gente corriente que les envuelve, salpimentada por la sobredosis de exposición mediática.
Sin embargo, todos ellos deben saber que del cielo al infierno se va en ascensor. La sociedad tiene tanta facilidad para crear ídolos como para destruirlos. Que se lo digan a Mendieta o a Mijatovic. También a "Operación Triunfo" le salen ahora sesudos detractores que ven detestable vulgaridad en lo que antes era admirable sencillez. El camino inverso ha recorrido el nuevo fetiche de Mestalla, Rafa Benítez, antihéroe por naturaleza. En diciembre pedían su cabeza los mismos que ahora la coronan.
Siempre ha sido así, aquí y en Sebastopol. Ni el hoy mito Clark Gable se salvó de estos radicales contrastes. Apuntan las malas lenguas que de joven la miseria le obligó a practicar la prostitución en los círculos homosexuales de Hollywood. Años después, hasta el mismísimo Hitler ofreció una recompensa a quien lo llevara vivo ante él. Era su ídolo.
(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 13 de mayo de 2002)