Unai es dueño de su futuro

¿Renovará Manuel Llorente a Unai Emery? Eso quisiera saber Manuel Llorente. El técnico es dueño de su futuro y ya conoce las reglas del juego. Están escritas en el aire. De nada sirve lo andado. Si devuelve al Valencia a la Champions podrá continuar en el cargo. En caso contrario, sanseacabó.

A Emery le traiciona su juventud. De haber aterrizado antes en Mestalla, los méritos ya contraídos le bastarían para firmar un plan de pensiones. Si telefonea a Antonio López, sabrá lo que se ha perdido. Pero ahora rige este club presidencialista un avezado hombre de números. Lo que menos apasiona a Llorente del fútbol es cuanto ocurre en el césped. Lo suyo son los despachos, la gestión. Y para todo gestor que se precie no hay más abecé que la cuenta de resultados.

En su particular reválida, Emery tiene el aprobado en el bolsillo. Cogió un equipo que venía de luchar por la permanencia y lo ha puesto en órbita. Pero su problema es que aspira a perpetuarse en un angustiado Valencia sin margen de error y se enfrenta al examinador más exigente. El listón de estas oposiciones se halla muy alto. De notable hacia arriba, porque se requiere un técnico sobresaliente para afrontar el futuro. Y ahí ya comienza a emborronarse el expediente de Emery. Su falta de confianza en un tercio de la plantilla ha dejado exhausto al equipo. Domínguez se pregunta para qué vino. Zigic haría lo mismo de tener sangre en las venas. Y para colmo los resultados ya no acompañan.

La calle no está con él, en el club hay disparidad de opiniones..., aunque eso no debe preocuparle, porque Llorente pone las reglas de un juego perverso. Reducir la continuidad de Emery a un mero cálculo matemático entraña riesgos. La renovación debería ser cuestión de confianza, no de puntos. Lo que ocurrió con Quique ha de servir de experiencia. Pero el factótum del Valencia recita su cantinela de memoria: "Si hay Champions, hay negocio". El problema es que no la haya. Por detrás aprietan y el presidente no aceptará excusas, ni siquiera el parte de lesiones. Un futbolero transigiría; un gestor, no.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 14 de marzo de 2010)

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