Manuel Llorente: "Silva es el jugador más valioso del fútbol español"


Irrumpe apresurado en el hall del Valencia Palace, con algo de retraso y sonrisa postiza. «Esta semana es de locos. No tardaremos mucho, ¿no?», pregunta. Llorente cumplirá el 7 de junio su primer año en la presidencia del Valencia, pero ni su agenda reserva hueco para las celebraciones ni la situación del club invita a soplar velas. Reparte su atención entre el reloj y el móvil, aunque en cuanto arranque el diálogo Manuel dejará paso a Manolo. Con semblante al fin relajado, confesará sentirse cómodo y al final hasta habrá que interrumpirle para hacer una concesión al estómago. Así es Llorente, un gran conversador sin tiempo para entrevistas, un ejecutivo que vive en hora punta.

–¿Vio el final de ‘Perdidos’?
–Uf, no tengo tiempo para series.

–¿Siente que el avión de su vida se ha estrellado en una isla llamada Valencia CF y que está usted como el título de la serie?
–No, perdidos no estamos, sino muy bien localizados, con ideas claras y un proyecto definido.

–Quien eligió a Manuel Llorente para el cargo, ¿lo hizo por su contrastada capacidad para afrontar medidas impopulares?
–No me considero un tipo duro. Sólo vivo la realidad, y la del Valencia obliga a tomar decisiones lógicas y normales. Las ilógicas y anormales se adoptaron antes.

–¿Sabe que en facebook existe el grupo «Yo también tengo miedo de que Manuel Llorente me venda»?
–(Sonríe y se cubre el rostro).

–Tras la marcha de Villa, ¿nos preparamos para la de Silva?
–Ya dije que no descartamos ninguna venta. Debemos mucho dinero y las deudas se pagan con beneficios. Por eso buscamos gente que genere ingresos importantes.

–¿Le ha llamado ya Florentino?
–Nadie me ha dicho: «Quiero a Silva, dame precio». Esperábamos la visita del Manchester City, pero era institucional, aunque luego pudieran preguntarnos por algún jugador.

–¿Preferiría ver a Silva en Manchester antes que en Madrid?
–Yo quiero verlo en Valencia, pero a veces los deseos...

–Usted garantizó que Silva no se irá por menos de 30 millones. ¿Puede mantener la promesa?
–Sí. Hablamos del jugador más valioso del fútbol español.

–Estamos a 28 de mayo y ya se han ido Villa y Zigic. Percibo demasiadas prisas por vender.
–Disiento. No vendes cuanto quieres, sino cuando puedes.

–Pero renunciar al escaparate del Mundial parece un lujo.
–El precio de mercado de Villa no cambiará por lo que pase en Sudáfrica y debíamos cubrir nuestras
necesidades lo antes posible.

–A este ritmo de salidas, desmantelará el equipo.
–El Valencia seguirá teniendo una plantilla sólida, más compensada, con un estilo de juego físico. Y surgirán nuevas estrellas.

–¿Lo importante ahora es el club por encima del equipo?
–Una de las cosas que aprendí cuando empecé en esto del fútbol es que se debe conseguir el rendimiento
deportivo y económico de un jugador. Esa es la excelencia. La operación deVilla habría sido interesante aunque no estuviéramos tan necesitados. Hay que rotar las plantillas, renovarlas.

–Usted ya pasó por esto con iconos como Mendieta, pero anímicamente no era lo mismo. Entonces vendía por negocio y ahora lo hace para sobrevivir.
–Evidentemente la situación es muy distinta, pero aquella experiencia sirve para entender que la pérdida de un jugador importante no obliga a renunciar a nada.

–Rapidez en las ventas, tranquilidad para comprar. Aunque el Valencia ni quiere ni debe precipitarse,
podría llegar tarde al fichaje de Soldado y Aduriz...

–Estamos en mayo. Queda todo el verano por delante y hay muchos jugadores en Europa y en España.
Que la gente esté tranquila. A veces tomas una decisión y luego salen otras posibilidades y te arrepientes de haberte precipitado.

–¿Aguarda de ambos delanteros algún gesto que demuestre su disposición a esperar lo que haga falta para venir a Mestalla?
–Este escudo supone un plus. Abre puertas a la hora de afrontar fichajes. El Valencia es una marca asociada al éxito y deseada por muchos jugadores.

–¿Seguirá el Valencia apostando por el producto nacional?
–Nos gusta más el mercado español (hace una larga pausa). Pero en Europa también hay mucha gente que habla nuestro idioma. Buscamos jugadores con conciencia de equipo, que estén creciendo y vean en el Valencia un desafío. No nos valen los ya consolidados que vienen de vuelta.

–Parece evidente que Van Nistelrooy no encaja en ese perfil.
–Pues no. Es un gran jugador que nos han ofrecido y valoramos su interés por venir al Valencia, pero
buscamos otra cosa.

–Si el Atlético puja por Vicente, ¿hallará buena predisposición?
–No tengo ni idea. ¿Va a venir a porVicente? Este será su gran año. Todavía ha de darnos mucho.

–Estamos a final de curso. Califique a Fernando.
–Nosotros ponemos notas colectivas, y la campaña del Valencia es de sobresaliente. Todos somos importantes en la medida en que lo son nuestros colaboradores.
–Tengo la sensación de que renovó a Emery sin ganas, y no soy el único que lo ve así. ¿Hay mucho malpensado o el asunto no se llevó como debiera?
–Ni lo uno ni lo otro. El debate era mediático, en la calle no había polémica. Apostamos por no decidir
hasta contar con datos objetivos. Creo que hicimos bien.
–El Valencia presume de una cantera de élite, pero la cadena se rompe en el Mestalla. ¿Por qué el tercer club de España tiene a su filial en Tercera?
–Cedimos a chicos importantes a otros equipos, soportamos el pago de casi la totalidad de sus fichas y al final ni jugaron allí ni en el Valencia B. Tenemos una gran escuela y la cuidaremos. A partir de ahora predominarán en ella los valencianos. A veces no es bueno traer australianos con pasaporte griego. Siempre habrá excepciones, pero la filosofía es tener sólo a gente de la Comunitat.
–Usted dejó el Valencia con 128 millones de deuda y regresó con 580. Ahora vuelve a fijarse en torno a 470. ¿Es su gran aval?
–Estamos en 455. El aval de este consejo es su dedicación. Sólo nos importa la viabilidad económica.

–Le he regalado esa pregunta amable, pero ésta no lo es tanto. Reducir la deuda con una ampliación de capital y vendiendo a Villa parece demasiado fácil...
–Esa cifra no incluye a Villa. Y con los 92 millones de la ampliación pagamos deuda de la UTE, Porchinos..., al margen de que el año pasado se perdió 78 millones.

–Estableciendo un paralelismo con la exigencia a la que sometió a Emery, ¿merece Llorente renovar si no vende las parcelas, completa la ampliación de capital, reemprende el estadio...?
–No vinimos para vender las parcelas o reiniciar un estadio que no se ajustaba al modelo correcto. Nuestra obligación es ver cómo el Valencia puede acometer esos proyectos. Si quisiéramos vender las parcelas ya lo habríamos hecho, pero no al precio deseado. Sería una mala decisión.

–En marzo calculaba usted que en un mes tendría la financiación necesaria para reanudar las obras del estadio. Pasó abril y seguimos esperando...
–Marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso (ríe). Todas las vías de financiación las utilizamos para pagar gastos corrientes. Hoy el mercado de capitales está muy difícil y conseguir créditos es complejo para el Valencia con sus garantías.

–A Richard Ellis le resta un mes de exclusividad y las parcelas, sin vender. ¿Decepción?
–Sólo es el reflejo de la situación económica que vivimos.

–La Fundación sigue sin el visto bueno de la CNMV, lo que deja en el aire el proceso de democratización. ¿Cerrar así el ejercicio sería un fracaso?
–Antes de que termine la temporada tendremos el permiso del Protectorado, que es lo importante para vender acciones.

–Se enerva cada ve que le recuerdan lo que gana...
–Me duele que esas críticas no miren los sueldos de la gente anterior, sus indemnizaciones y lo que aportaron al Valencia.

–Vale, ¿pero se bajará el sueldo si eso es bueno para el club?
–Habrá ajustes salariales y de puestos. Nos afectarán a todos.

–¿A qué esperan para iniciar una acción de responsabilidad social contra Juan Soler por el bluf de
Valencia Experience?
–Primero vamos a ver cómo queda el pleito. Luego decidiremos.

–¿Qué contesta a quienes piensan que busca la viabilidad económica del Valencia para defender a su gran acreedor, Bancaja?
–Es la mayor barbaridad que he oído. Quien diga eso no le va bien la estructura mental. Nadie trabaja más para un banco que aquél que se endeuda mucho y paga unas cargas financieras enormes, como le pasó al Valencia.

(Entrevista publicada en LAS PROVINCIAS el 30 de mayo de 2010)

El milagro tiene un precio

El rostro de Manuel Llorente se transfigura cada vez que alguien le mienta la bicha. ¿Es ético que en plena crisis económica mundial, a la que se une la propia del Valencia, el presidente blanquinegro perciba un salario bruto anual de 360.000 euros? ¿Y que sus más estrechos colaboradores, los Gómez, incluso superen esta mareante cifra? Lo saludable para quien se adentre en el espinoso debate sería atizar el fuego y buscar el aplauso fácil; vestir el hábito del populismo para criticar una privilegiada nómina. Pero difícilmente se sostendrá la tesis sin caer en la trampa de la demagogia.

El sueldo del dirigente es, en efecto, una barbaridad, aunque no más que los seis millones que percibía Villa o los cinco que seguirá ingresando Silva si no cambia de bando. Cuando quien pasa por el tamiz del sentido común es un pelotero, los ánimos se atemperan. Son los artistas, los chicos que mantienen viva la burbuja del fútbol. Sin embargo, que unos ejecutivos se forren... Eso no está bien visto.

El argumento es falaz. Este lánguidoValencia de principios del siglo XXI está más necesitado de profesionales en los despachos que sobre el césped. La reciente experiencia con aficionados como Soler y Soriano desazona. El primero fue el problema, mientras que el segundo no aportó solución alguna.
Si Llorente salva al Valencia, su gestión no se podrá pagar con dinero. Esos 360.000 euros brutos, los mismos que cobraba en el Pamesa cuando acudieron en su búsqueda, nada que ver con los 500.000 de Wollstein, habrán sido probablemente la mejor inversión de la historia del club. El mismo argumento puede aplicarse a su mano derecha, Javier Gómez, o a Fernando, condenado a acudir con tirachinas a la cacería anual de los fichajes. ¿Y si el tránsito del actual consejo de administración no sirve para salir de la ruina? Habrá sido una decepción, otra más, quizá el golpe de gracia, y el estéril dinero del tridente se sumará al que sus antecesores dilapidaron en evitables indemnizaciones. Pero al menos valía la pena intentarlo con otro perfil de dirigentes.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 30 de mayo de 2010)

Un día para la nostalgia

Amarga efeméride. Hoy se cumplen nueve años de aquel penalti maldito que nos dejó huérfanos en Milán, del desgarrador lamento de Pellegrino, de la eufórica celebración puño derecho en alto del estrafalario Kahn. La Champions viajó a Múnich la infausta noche del 23 de mayo de 2001 mientras la afición española, roída por una decepción infinita, emprendía el retorno por la calle de la amargura. El Bayern se llevó ese asalto, pero no desposeyó al Valencia de su rol de grande de Europa. El respeto labrado con tanto ahínco no podía desvanecerse desde once metros.

Aquel equipo solemne, que había empezado a crecer años atrás de la mano de un endiablado Claudio López capaz de sonrojar con sus tropelías al cómico Van Gaal y su adlátere Mourinho en Barcelona, vivía la edad de oro. Y la bonanza se prolongaría hasta que el croché de David Navarro en el mentón de Burdisso, en una incandescente velada de fútbol-boxeo en Mestalla, anunció el albor de la decadencia.

El hado que teje el destino se maneja con maquiavélica mofa. Bayern, Inter, Van Gaal, Mourinho... Testigos hace cuatro días del mejor Valencia de la historia y protagonistas anoche de la final del Bernabéu mientras la apocada afición blanquinegra aún digiere el desencanto de ver al ídolo Villa enseñorearse del Camp Nou.

Pero es lo que hay y aceptarlo facilitará la reconstrucción. Soler hirió de muerte al Valencia y en lugar de médicos acudió en su auxilio un curandero cuyo método alternativo sólo prolongó la agonía. Con Bancaja y Llorente llegaron por fin los cirujanos y la venta de Villa ha sido la primera dolorosa amputación para salvar al club.

El Valencia continúa en estado crítico y ahora mismo nadie adivina hasta dónde habrá que cortar. Los 40 millones de Villa no dan la supervivencia, pero sí algo de tiempo para pensar. Ya no hay tanta prisa. Quien quiera a otro intocable, llámese Silva o Mata, tendrá que ganárselo, aunque ayudaría que Fernando colocara en los bajos fondos del fútbol a alguno de esos paquetes que otros trajeron y que maman de una teta ya demasiado flácida.


(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 23 de mayo de 2010)

Villa y el solar de Soler

No es fácil asimilarlo, pero la hora del adiós ha llegado. David Villa apurará esta tarde sus últimos sorbos como jugador del Valencia. Al asturiano, uno de los mejores futbolistas de la historia del club, le aguardan otros abrazos, seguramente en el Camp Nou. El vacío que su marcha dejará va a ser difícil de rellenar, pero no había elección. El Guaje es un lujo, y los lujos carecen de sentido cuando está en el aire la supervivencia.

Si ponemos grilletes al corazón, las cuentas parecen más claras. El Valencia bastante ha hecho con retrasar dos años el vuelo de su estrella. El imperialismo de Real Madrid y Barcelona no ha alterado el guión blanquinegro y al final va a ser el club de Mestalla el que decida cuándo, a quién y por cuánto vende a Villa. Como toca.

El traspaso es necesario, pero no más que el análisis de por qué se ha llegado a esta situación. La pérdida del mejor delantero de Europa simboliza el fracaso de ese modelo de gestión basado en la improvisación que ha arruinado al Valencia. Es la consecuencia de comprar un palacete sin caer en la cuenta de que antes había que vender la casa vieja; la penitencia por malgastar el dinero en evitables finiquitos e irresponsables fichajes. Los anecdóticos Fernandes y Zigic costaron 36 millones de euros, poco menos de lo que ingresará el Valencia por Villa.

A Llorente le toca afrontar la más impopular de las medidas para un presidente.Pero su responsabilidad es limitada. Sólo se le puede reprochar que no haya sido capaz de obrar un milagro. Tampoco sería justo fustigar a Vicente Soriano.Su única culpa fue alimentar la ilusión del enfermo con falsas esperanzas inspiradas en la irracionalidad.

El responsable del adiós de Villa es Juan Soler, el hombre que dilapidó las ayudas que pudieron convertir al Valencia en una de las grandes fortunas de Europa. Probablemente el constructor recurriría al bíblico «él me lo dio, él me lo quitó» para recordar que el goleador llegó de su mano a Mestalla. Pero eso que se lo susurre a Job en sus oraciones, porque si de algo anda ya justo el valencianismo es de paciencia.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 16 de mayo de 2010)

La gran decisión, tarde y mal

Sólo faltó Risto Mejide afeando con rostro circunspecto hasta la más mínima debilidad de Emery. Invitar al mediático iconoclasta a la reunión del consejo que aprobó la continuidad del técnico habría sido una guinda para la fatigosa gala de Operación Triunfo a la que éste se ha visto expuesto durante medio año.

Llorente, habituado a controlar hasta los nitratos del agua con que riega los floreros de la sede del Valencia, quiso esta vez ser uno más y acentuó así la falta de tacto con Emery. La renovación se ha abordado tarde y mal. Tarde por ética, mal por estética.

Desde hace meses intuía el presidente que tendría que ofrecer la continuidad al técnico. En privado siempre defendió su trabajo, pero en público quiso mantener ese talante severo tan característico en él, lo que convirtió al vasco en muñeco de pimpampum de grada y vestuario. Sin embargo, dando por buena la parsimonia del factótum, al menos pudo ahorrarse la sensación de juicio sumarísimo a Emery transmitida tras la clasificación para la Champions. Un profesional que cumple con creces los objetivos, que se autorrenueva el contrato con su trabajo y que es capaz de responder con silencios a la falta de cariño desde todos los flancos no merece un encierro de consejeros y dos horas de deliberación para que le ofrezcan un año más de confianza.

Porque hasta en esto falló la cosmética. Cualquier club del mundo se reúne con su técnico, alcanza un acuerdo y lo pregona en rueda de prensa conjunta. El Valencia, sin embargo, anunció una simple decisión unilateral con tufillo a falta de comunicación.

Superado el cáliz de la renovación, a partir de ahora será Emery quien aguarde noticias de ese mismo cónclave que le regateó hasta el último instante la fumata blanca. Esperará una llamada que le diga que se han vendido las parcelas y que, por tanto, no le desmantelarán el equipo. Porque ha llegado el turno de Llorente y compañía, aunque en su caso nadie se recluya en un despacho de la calle de las Barcas para decidir si merecen seguir en la academia. Esa suerte que tienen.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 9 de mayo de 2010)

Jorge Martínez 'Aspar': "Valmor seguirá en la F-1 hasta que expire su contrato"

Acude a la cita con ligero retraso. A dos meses del Gran Premio de Europa de Fórmula 1, y con el Mundial de motociclismo en ebullición, la faena se acumula para Jorge Martínez ‘Aspar’. Entre atiborradas carpetas y variados trofeos que evocan un pasado glorioso,el vicepresidente de Valmor Sports se dispone a analizar el idilio de Valencia con el Gran Circo, próximo a cumplir su tercer año. Hoy hará lo propio en el hotel Astoria, donde a partir de las 19.30 horas y con entrada libre impartirá la conferencia inaugural del ciclo de primavera del Aula LASPROVINCIAS.

–«Valencia y la Fórmula 1». Es el título de su conferencia, pero hace un lustro podía haberlo sido de una película de ciencia ficción...
–Sin duda. Si a mí mismo me lo hubieran dicho entonces, habría respondido que era imposible. Cuando al final aceptamos, todos nos hicimos cruces. Desde un punto de vista deportivo, es el reto más duro que he afrontado en mi vida.

–Superado el primer susto, ¿qué pensó cuando alguien terminó la frase y le dijo: «...y además de traer los coches, no los llevaremos a Cheste, sino al puerto?»
–En todo momento tuvimos claro que no había otra opción. O era en la ciudad o nos quedábamos sin gran premio. Existía verdadera obsesión por llevar la Fórmula 1 al puerto.

–De las carreras de 2008 y 2009, ¿con qué momento se queda?
–Estoy en parrilla el primer año, con todos los bólidos ya en sus puestos, va a darse la salida, veo las gradas llenas... Esa foto permanecerá para siempre en mi cabeza. Se me saltó más de una lágrima (todavía se le quiebra la voz al recordarlo). Fueron nueve meses infernales para finalizar a tiempo la pista. Mucha gente pensaba que no llegábamos.

–Vamos ahora a los malos recuerdos. ¿Cuál ha sido el más amargo?
–Ha habido muchísimos, aunque yo intento ser optimista. Lo negativo sólo me interesa para aprender. De lo contrario, con lo mal que están las cosas, no avanzaríamos.
–Menos calor y más vida en Valencia son ventajas que por sí solar justifican el cambio de fechas.
–Como dice, veremos una ciudad más viva, con todo abierto. Era una de las cosas que los extranjeros no entendían. Recuerdo la sorpresa que se llevó el gobierno de Singapur, un pequeño país donde todo gira en torno al comercio, al encontrarse con una Valencia prácticamente cerrada... Son cosas negativas para un evento así. Y luego está la ventaja de la temperatura, que marcará un antes y un después incluso en relación con la marina. Agosto es un mes malo para los barcos, que ya están en las islas, de vacaciones.En junio todo cambia, pues es cuando la gente empieza a salir. Por eso este año no tendrá nada que ver con los anteriores.

–¿Pero no cree que el gran premio de Valencia se aproxima ahora peligrosamente al de Montmeló en el calendario, teniendo en cuenta cómo están los bolsillos?
–No competimos con Montmeló. Barcelona tiene un circuito permanente y el nuestro es urbano. Disponemos de barcos y marina, estamos dentro de la ciudad... Contamos con unos privilegios increíbles: el enclave, la visibilidad, la accesibilidad, no hay atascos, se puede ir en taxi o metro hasta la misma puerta del circuito. Eso no existe en Montmeló, sin que se entienda como una crítica negativa. Aunque lo idóneo sería separar las fechas, es mucho más positivo estar en junio que ir a septiembre u octubre.
–Cada vez que Ecclestone habla sube el pan. El magnate de nuevo insinúa que Valencia puede perder la Fórmula 1. ¿Le preocupa?
–En ningún momento ha hablado de Valencia. Dice que quiere veinte grandes premios y, como España cuenta con dos, existe la posibilidad de que uno de ellos termine. Pero nosotros tenemos contrato para siete años, nos quedan cinco y los cumpliremos. Incluso contamos con una opción de ampliación. Vamos a estar cada vez más consolidados y espero que todo esto nos dé fuerzas para continuar. Se ha hecho un gran esfuerzo, una gran inversión que sólo tendría sentido a medio o largo plazo.
–¿Entiende las críticas al Consell por asumir el pago de los 17 millones del canon de la Fórmula 1?
–Estoy muy decepcionado. Seamos constructivos. ¿Por qué se hace en Cataluña, Andalucía, Aragón, y Valencia no puede tener lo mismo?
–¿Debería a su juicio haberse sacado la Fórmula 1 del debate político desde el primer momento, para evitar hacer de ella un muñeco de pimpapum?
–Sin duda. Incluso me encantaría que ocurriera con nosotros como con la Volvo Ocean Race, la Barcelona Race o la America’s Cup, eventos que reúnen privilegios de cara a las empresas que invierten en ellos. En España el motociclismo y el automovilismo dejan una riqueza bestial. Tenemos circuitos increíbles que nos convierten en un lugar de privilegio de toda Europa en cuanto a marcas de coches, de neumáticos, presentaciones... Todo eso se hace hoy aquí y debería tenerlo en cuenta el Gobierno de España: lo mucho que aportamos, la gran imagen que damos del país, el dinero que entra gracias al motor...

–Como empresario, ¿fue un acto de profunda insensatez embarcarse en un proyecto de tanto riesgo económico en puertas de una crisis mundial sin horizontes?
–(Ríe) Hombre, un poco de locura sí hubo, pero los datos al final nos darán la razón. Espero que todo esto se empiece a recuperar en los próximos años y alcancemos un equilibrio total. De todas formas, si tuviéramos que hacer una campaña de este calibre para situar a Valencia en el mundo, ¿cuánto valdría?

–Pero que tengan que pagar esa campaña Aspar, Bancaja o Roig...
–Es muy duro, por supuesto, pero nos espera un futuro mejor. Sobre todo gracias a Alonso, Alguersuari, De la Rosa, Hispania... Todo ayuda.

–¿Llega el momento de que otros empresarios arrimen el hombro?
–No está siendo fácil, pero Bancaja, Fernando Roig y Jorge Martínez ‘Aspar’ no entraron en Valmor para ganar dinero.

–Tampoco para perderlo.
–Nuestra idea está clara desde el primer minuto. Y ojalá alcancemos el equilibrio empresarial de cara a los próximos años de contrato.

–El año pasado perdieron 12,5 millones. ¿No es mucho?
–Hubo un desfase económico, pero la cifra no es correcta, porque estamos ante un proyecto a siete años y las pérdidas hay que distribuirlas durante todo ese periodo. Seguro que 2010 marcará la recuperación.

–¿Garantiza que Valmor continuará hasta que expire su contrato?
–No lo dude. Ese es el plan.

–¿Es Adrián Campos una persona a recuperar para la causa?
–Somos amigos desde la infancia. Me encantaría su vinculación a Valmor y a nuestro proyecto.

–Ferrari quiere en Europa occidental un parque temático como el de Abu Dhabi. ¿En Valencia?
–La relación con Ferrari es excelente. Traer las Finales Mundiales fue un avance brutal y este año nos esperan novedades importantes en el acuerdo con ellos. Visitamos el Ferrari World de Abu Dhabi y es increíble, pero hay que estudiarlo bien y esperar. Ojalá sea en Valencia.

–Pero es una utopía o un anhelo con fundamento.
–Un sueño no es, porque hablamos de algo real. La posibilidad existe, pero hay que ser realista. La situación económica no es la mejor para empezar un proyecto tan grande.

–El año pasado hubo angustia por el pinchazo en la venta de entradas.A dos meses escasos de la tercera edición, ¿cuántas hay ya distribuidas?
–No sólo fueron las entradas. Estaban las dudas en torno a la participación de Alonso, la guerra entre la FIAy los equipos... Había una situación muy fea y perjudicial. Ahora todo es diferente. Han ganado carreras un español, un inglés y un alemán, el espectáculo está garantizado y en cuanto a público hemos vendido un 30% más de entradas que el año pasado. Ojalá gane Alonso en Montmeló. Sería muy positivo para todos.

–¿La ampliación del aforo con una grada más es la evidencia de que la prueba valenciana comienza a salir del túnel de la crisis?
–Por supuesto. Además, la Fórmula 1 no son exclusivamente las 100.000 personas que pueden venir a Valencia, sino los 600 millones de telespectadores que la siguen por todo el mundo. El nivel de gente que arrastra este acontecimiento posiciona a la Comunitat en el planeta. Y a todo esto hay que añadir que pronto vamos a conocer un par de noticias muy positivas alrededor de la Fórmula 1. Si aunamos fuerzas y somos constructivos, todos ganaremos.

–¿Perjudicó a Valencia la apresurada comparación con Mónaco?
–En absoluto. En asistencia de público y como circuito, estamos muy por encima. Otra cosa es que ellos cuenten con el glamur de sus barcos, el casino y gente de un nivel distinto al que tenemos hoy por hoy aquí, pero llevan 70 años y nosotros acabamos de empezar.

–¿Qué error del pasado le obsesiona y qué mejoras debemos esperar para esta tercera edición?
–Es importante ser humildes, como hicimos el primer año con los problemas de visibilidad de la tribuna del puente. Ahora todavía se seguirá mejor la carrera, porque las gradas serán más altas y estarán mejor ubicadas. Queremos perjudicar lo menos posible a la gente en materia de accesos, montaje y desmontaje. Una de las novedades es que planeamos que se pueda pasear gratis por dentro del circuito el viernes y sábado.
–Muchos pilotos muestran recelo ante los trazados urbanos, la última debilidad de Ecclestone. ¿Qué opinaría Aspar, un hombre vinculado a Cheste, si no estuviera implicado en la organización del Gran Premio de Europa?
–El nuestro no es un circuito urbano. Está construido dentro de la ciudad, pero con una seguridad increíble, con un ancho que en su punto mínimo tiene casi 13 metros, más que Montmeló. Si Ecclestone hubiese dicho: «Puedes hacer el circuito urbano o aprovechar el permanente», yo habría modificado este último y se acabó. Pero la Fórmula 1 va en otra dirección. En la nuestra.
(Entrevista publicada en LAS PROVINCIAS el 4 de mayo de 2010)

La pesadilla

La pesadilla se repite con febril perseverancia. Trata de correr, balancea los brazos en pos de un agónico impulso, tensa al límite cada uno de sus músculos... Pero sigue en el mismo sitio. No hay forma de avanzar un solo metro hasta que un sudor frío marca otro amargo despertar. Así deshoja el calendario este Valencia, carne de psicoanalista, un club atrapado en el tiempo que ve en cada día una réplica del anterior.

La rotación presidencial no ha traído soluciones. Al megalómano Soler y su testaferro Morera les traicionó la obsesión por vivir de espaldas a la realidad, aunque mucho tuvo que ver en la enajenación el ejército de asalariados zanguangos empecinados en pintarles de rosa el negro futuro. La de Soriano era una guerra perdida de antemano. Al alquilarle la vara de mando, le anudaron un cronómetro al cogote. Aceptó lo inaceptable y su precipitación lo autocondenó a pasar a la historia del club como un cómico profeta. Tampoco Llorente ha dado con la tecla, pese a no topar con la feroz oposición que desnudó a Soler ni con el escepticismo que acompañó las andanzas de Soriano.

A un mes de cumplir su primer año de mandato, calificar de fracaso la gestión de Llorente sería injusto. El Valencia sobrevive, y no es poco, sin quemar para ello recursos como la infame ley concursal o el traspaso de sus estrellas. Pero del actual presidente se esperaba más; porque se veía en él un mirlo blanco, por su currículo como gestor de miserias y sobre todo por quién lo puso en el cargo. El Valencia de Llorente vive inmerso en un dramático déjà vu. Los titulares de prensa apenas han cambiado en doce meses. Las parcelas de Soler, sepultura de Soriano, están sin vender. La ampliación de capital se ha enquistado. Las obras del estadio permanecen paralizadas sine díe. Los grandes clubes, rivales directos hasta hace poco, intercambian cromos que no les pertenecen en un «te doy a Villa y me quedo a Silva» indignante. Justo como hace un año. Y suena el despertador. Otra vez la pesadilla, la misma sensación de impotencia.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 2 de mayo de 2010)