Villa y el solar de Soler

No es fácil asimilarlo, pero la hora del adiós ha llegado. David Villa apurará esta tarde sus últimos sorbos como jugador del Valencia. Al asturiano, uno de los mejores futbolistas de la historia del club, le aguardan otros abrazos, seguramente en el Camp Nou. El vacío que su marcha dejará va a ser difícil de rellenar, pero no había elección. El Guaje es un lujo, y los lujos carecen de sentido cuando está en el aire la supervivencia.

Si ponemos grilletes al corazón, las cuentas parecen más claras. El Valencia bastante ha hecho con retrasar dos años el vuelo de su estrella. El imperialismo de Real Madrid y Barcelona no ha alterado el guión blanquinegro y al final va a ser el club de Mestalla el que decida cuándo, a quién y por cuánto vende a Villa. Como toca.

El traspaso es necesario, pero no más que el análisis de por qué se ha llegado a esta situación. La pérdida del mejor delantero de Europa simboliza el fracaso de ese modelo de gestión basado en la improvisación que ha arruinado al Valencia. Es la consecuencia de comprar un palacete sin caer en la cuenta de que antes había que vender la casa vieja; la penitencia por malgastar el dinero en evitables finiquitos e irresponsables fichajes. Los anecdóticos Fernandes y Zigic costaron 36 millones de euros, poco menos de lo que ingresará el Valencia por Villa.

A Llorente le toca afrontar la más impopular de las medidas para un presidente.Pero su responsabilidad es limitada. Sólo se le puede reprochar que no haya sido capaz de obrar un milagro. Tampoco sería justo fustigar a Vicente Soriano.Su única culpa fue alimentar la ilusión del enfermo con falsas esperanzas inspiradas en la irracionalidad.

El responsable del adiós de Villa es Juan Soler, el hombre que dilapidó las ayudas que pudieron convertir al Valencia en una de las grandes fortunas de Europa. Probablemente el constructor recurriría al bíblico «él me lo dio, él me lo quitó» para recordar que el goleador llegó de su mano a Mestalla. Pero eso que se lo susurre a Job en sus oraciones, porque si de algo anda ya justo el valencianismo es de paciencia.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 16 de mayo de 2010)

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