Bremen, in memoriam

Alguien nos robó la inocencia en Bremen. En el césped del Weserstadion yacen los restos mortales del mejor Valencia de la historia, el del fabuloso triplete. Y cerca de ese campo, en alguna recóndita pared del Hilton, una placa debería rememorar que allí se hospedó el club la noche en que se selló el contubernio que lo ha abocado a la ruina.

Septiembre de 2004. Los colmillos estaban aún calientes tras la Supercopa arrebatada a dentelladas al Oporto. La brújula del voraz Valencia de Ranieri señaló al norte. «Pasajeros con destino a Bremen...», alertó la megafonía en Manises. Ortí debió subir a aquel avión, pero sus negocios lo instaron a quedarse en tierra. Esa decisión, en apariencia banal, pondría fin a una etapa dorada.

Dejó así el camino expedito a la lícita ambición de Juan Soler. Quizá alguien habló al entonces vicepresidente del popular cuento de los hermanos Grimm ambientado en Bremen y con las prisas por no perder el vuelo se equivocó de libro. Nada de animalejos melómanos. Metió en su bolsa de viaje el 'Juan sin miedo' y tras leerlo se envalentonó.

Una foto de la cena previa al partido arrasaría hoy en eBay. Compartieron mesa cuatro futuros presidentes. Pero fue luego, ya con el grupo diluido, cuando se pergeñó el pacto de café, copa y puro para desalojar a Ortí. Y con el tiempo, a Llorente. El molesto recuerdo del uno en el palco de Mónaco con Johansson y el príncipe Alberto, el excesivo poder del otro... Aquel Valencia era un manjar que debía paladear el dueño.

Por la mañana, cuando vio con oprobio su estrategia al descubierto en los periódicos, el hijo de don Bautista telefoneó a su superior: «No te preocupes, Jaime; todo es mentira». Y Jaime no lo creyó. Cuestión de instinto. Seis días después habría relevo.

Ajeno al tejemaneje, el equipo afrontó su cita en el Weserstadion. Allí dejó Vicente de ser futbolista de élite. Y allí comenzó a desmoronarse un proyecto deportivo apasionante. Pero el club ya venía lacerado de la noche anterior. En una semana volvemos a Bremen. Habría que pedir a la UEFA un minuto de silencio.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 7 de marzo de 2010)

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