Las cartas de Llorente

Lo que daría Llorente por comprar el tiempo y arrancar al infalible tictac alguna semana más de tregua. Pero aún hay cosas que no están en venta. Por eso ha llegado el temido abril: el mes de los prodigios o los fiascos, llamado a desnudar al Valencia, a determinar si este club nonagenario tiene futuro o tan sólo pasado.Atrás quedó el carnaval y hasta la cuaresma. Fuera máscaras. Es la hora de que el presidente descubra sus cartas.

Teorizan los ‘llorentólogos’ con que la demora en la renovación de Emery no responde tanto a una desconfianza en el técnico como a que se trata de la menor de las preocupaciones del club. ¿Qué peso merece en la agenda presidencial el futuro de un empleado si pensamos en que el acuerdo con Richard Ellis expira en dos meses y aún no hay comprador para las parcelas? ¿O en que ya tarda el crédito para reemprender las obras del estadio y liberar a la ciudad de la lesiva imagen del coliseo fantasma? ¿O en que si se dilata más el reparto de las acciones de la Fundación los adalides de la democratización del club acabarán considerados el mismo perro con distinto collar? Todo esto quedó pendiente para abril.

Por eso los focos apuntan ya al consejo, porque el resto de estamentos han hecho bien su trabajo. Emery palpa la tercera plaza liguera, más de lo que se le pidió, y Fernando tiene cerrada la próxima plantilla con muchos meses de antelación. A Ricardo Costa sólo le falta la revisión médica y a Feghouli, adaptar las condiciones pactadas con su puntilloso agente al nuevo marco tributario.

Si se van Miguel, Maduro o Zigic, no habrá que mover un dedo salvo para poner velas a la Virgen. Si emigra Silva, está Domínguez. Incluso ya se bosqueja un escenario sin Villa. De las alternativas del pasado verano, con Nilmar, Lisandro López y Gignac a la cabeza, sigue a tiro el francés, con quien cohabitan nuevos arietes de perfil bajo avalados por Fernando. El gremio del chándal cumple. Ahora falta Llorente. Aunque hace días que irrumpió la primavera, para el Valencia no acabará el invierno hasta que el plenipotenciario presidente abra las ventanas.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 4 de abril de 2010)

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