
El fútbol languidece por personajes como Cerezo, que lloriquean cuando sienten el hierro del error arbitral para silbar sin pudor el día en que la humana ruleta les regala un guiño. También por el inmovilismo de la UEFA, obcecada en cerrar las puertas a la ayuda tecnológica bajo el pretexto del absurdo respeto por la tradición. Como si algún aficionado fuera a añorar las pifias del colegiado de turno, a las que los grotescos jerarcas graparon la etiqueta de salsa del fútbol.
No dirijo esta diatriba contra Meyer, aunque cueste entender su negligencia. Tampoco hurgo en la ineptitud de Atkinson, inventor de un penalti frente al Werder Bremen. Ni siquiera me detendré en Chapron, quien acusó a Mathieu de autolesionarse. Merecen la presunción de inocencia, aunque sólo sea por guardar las formas. El amargo lamento va destinado a Michel Platini, alma de este imperfecto sistema. Hace bien Manuel Llorente en dar un golpe en la mesa. Discreto, porque los despachos de la UEFA saben mucho de vendettas, pero enérgico. Al Valencia le han robado unos ingresos que necesitaba para comer, la ilusión del reencuentro con Benítez, la gloria de un título... Hoy a todos nos gusta un poco menos el fútbol. Salvo a Cerezo, a quien hace gracia este remake de 'El Golpe'. Mejor que aguce la vista y ponga sus barbas en remojo.
(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 11 de abril de 2010)
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