Plagas

Como el antiguo Egipto, el Valencia ha sufrido en cinco años una cadena de plagas que acabó por reventar todas sus costuras. La sustancial diferencia es que, mientras entonces ranas, moscas y langostas azotaron a un faraón que tenía sometido al pueblo hebreo, ahora la epidemia de incapaces gestores no ha obrado ningún efecto liberador. Al contrario, es el valencianista de a pie quien ha visto su escudo mancillado.

Desde que Benítez tomó las de Villadiego, el club ha gastado 193 millones, más de la mitad del coste del nuevo estadio, para fichar a 38 jugadores. Pocos han triunfado y sólo 15 siguen en la plantilla. Este absurdo derroche es una simple muestra del torrente de desvaríos que dejó al Valencia en tan pavorosa situación a una década de su centenario. Quienes confiaron todo al ya olvidado boom de la construcción pagaron la osadía con su patrimonio personal, pero la reconstrucción será ardua.

El actual Valencia, sin embargo, poco tiene que ver con los negros presagios de hace siete meses. Entonces se adivinaba para octubre de 2009 un club humillado e intervenido judicialmente. Vicente Andreu no habría tenido un paso efímero como consejero, sino que él o alguien de su perfil llevaría las riendas de una entidad inmersa en una gravosa ley concursal.

Los buitres habrían pasado por Mestalla. Los goles de Silva y Villa en el Real Madrid competirían con las portadas que canonizarían a Mata en Barcelona, mientras en la distancia un nostálgico Valencia lucharía por prolongar su hálito.
Hay un abismo entre lo que este club iba a ser y lo que por fortuna es. La entidad gana su guerra por la supervivencia y exhibiciones deportivas como la de anoche elevan la autoestima. Pero también la exigencia. Quien es capaz de zarandear al campeón de Europa jamás puede hacer el ridículo en Getafe o empatar en casa con el Sporting. Lo sustancial hoy por hoy no debe ser vencer a Barça o Madrid, por placentero que resulte, sino acabar la Liga entre los cuatro primeros y encontrar en la Champions el dinero necesario para que en verano "sólo" haya que vender a Villa.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 18 de octubre de 2009)

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