Cara o cruz

El destino carga su pulgar y catapulta una moneda. Pendiente de su caprichoso giro, todo un ejército de "patidors". La afición más fiel. La más desengañada. Si sale cara, el Valencia será un equipo aguerrido capaz de someter hasta al tiránico Barça de Guardiola. Pero, ¡ay si sale cruz!

El trastorno bipolar comienza a ser exasperante. Un haz que deslumbra, un envés tenebroso. Lejos de generar euforia, la exhibición ante el Barça tiene un efecto enervante si se compara con lo acontecido días después ante un don nadie como el Slavia.

En el plató principal del fútbol, cuando la jet mira a Mestalla atraída por las proezas del campeón de Europa, mientras los jueces del Balón de Oro quitan el capuchón a sus despampanantes estilográficas... comparece Jekyll. Un Valencia solidario rescata emociones casi olvidadas. Pero tras apagarse los focos, cuando la cita es en la penumbra anónima de un modesto camerino, llega la hora de Hyde, del Valencia ramplón, de la grada enojada. En el palco, el presidente terminará por arrancarse la lengua de tanto morderla. ¿Será más fácil sacar de la ruina a un club desahuciado que lograr que un equipo potente juegue bien a fútbol con asiduidad?

Compleja labor la de dar con el culpable sin ser injusto. Lo cómodo es acusar a Unai. Ofrece la imagen del entrenador desesperado que espolea con exabruptos a jugadores de referencia para buscar en ellos una implicación que deberían traer de serie. Y su política de rotaciones atribula por desmedida. Una cosa es alternar a peones para dosificar esfuerzos; otra, mantear al equipo por completo despreciando así la competición más fácil de ganar.

La autoconfianza merece elogios hasta que degenera en obstinación. Unai debe reflexionar. Pero eso no exime a la plantilla. El peor Valencia imaginable debe ganar siempre al Slavia... Lo contrario es propio de un grupito de suplentes acomodados que merecen calentar banquillo. Y un equipo sin fondo de armario no va a ninguna parte. La moneda está otra vez en el aire. ¿Qué tocará hoy en Almería?

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 25 de octubre de 2009)

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