El legado de Lugosi

Bela Lugosi dio vida a Drácula y éste se lo pagó con un mordisco en el cuello. Cuenta la leyenda que el icono del cine de terror de los años 30 acabó tan chiflado que adoptó la identidad de su más célebre recreación, el vampiro surgido del imaginario de Bram Stoker. En el ocaso de su vida, un decrépito Lugosi dormía en ataúdes, lucía capas negras y bebía sangre. Cría cuervos y te sacarán los ojos, que diría el refranero español. Algo así susurrará Soler a la menina de Valdés que preside su despacho, porque él también tuvo su particular Nosferatu.

La ominosa huella de Valencia Experience va a sentar en el banquillo al ex presidente. Otra vez, y ahora a cuerpo descubierto, sin el caparazón que hace dos años le proporcionó la corriente antialbeldista. Más que el juicio por un presunto pufo que hizo perder seis millones al Valencia, será el proceso a la indecorosa recta final de la era Soler. Una decadencia que arrancó el día en que a éste lo engatusó Jesús Wollstein.

La candidez del empresario, impropia de un avezado hombre de negocios, hizo de él presa fácil. La pomposa presentación de la maqueta del estadio que le montó el entonces director de Ràdio 9 lo dejó embelesado, a falta de un golpe de gracia que Wollstein dio con maestría. «Este club es un desastre organizativo. Yo lo arreglaría», le murmuró subrepticiamente. Acción y reacción. Wollstein entró por una puerta y el diligente Jordi Bruixola, anónimo apagafuegos de Soler durante años, salió por la otra.

La historia es conocida. Mientras el recién llegado trepaba del área de comunicación al sillón de consejero delegado, la imagen del ex presidente se desmoronaba. Recluido en su casa de muñecas, Soler siguió sin abrir los ojos. Como Lugosi, no supo desembarazarse de una sombra que lo dejaba exánime, anémico. Sus allegados le imploraron que relevara a Wollstein, aunque recibieron una desazonadora respuesta: «Si queréis nombro a otro director de comunicación, pero él se queda como asesor personal mío». Quizá ahora, cuando compartan banquillo en la Ciudad de la Justicia, lo vea claro. Será ya tarde.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 24 de enero de 2010)

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