La culpa es de la tele

El Valencia necesita contratar a otro argentino. No a un futbolista como el Chori, que puede debutar hoy en Jerez, sino a un psicólogo. Un profesional que monte su chiringuito a las puertas de Mestalla y esté dispuesto a echar horas y horas (gratis, por supuesto) después de cada partido. Un especialista capaz de atemperar los tórridos ánimos antes de que algún currito de a pie aporree su televisor, preguntándose por qué ese Valencia visitante multicolor y estéreo que proyecta la caja tonta pierde imagen y sonido cuando comparece ante su afición.

Trabajo no le faltaría al psicológico blanquinegro. Esta semana por ejemplo tendría que devanarse los sesos para explicar lo inexplicable, que Emery figure en la lista de los mejores entrenadores del mundo justo cuando a su libro de reclamaciones le faltan hojas.

Los doctos analistas de la impronunciable IFFHS sabrán más de aritmética que nadie, pero difícilmente cuadran las cuentas cuando se piensa que esta temporada el Valencia sólo ha ganado cinco de los doce partidos disputados en su estadio, el último de ellos gracias a un milagro de Zigic.

Sobran los motivos para renovar a Emery. El crecimiento profesional es indudable y presenta además un perfil idóneo para la austeridad que se avecina. Pero haría bien el vasco en no fiarse de su apasionado idilio con las matemáticas. El fútbol es el imperio de los tópicos y uno de los más socorridos dicta que en este mundillo dos y dos pocas veces suman cuatro. Si sus notas en el Valencia son excelentes (1,7 puntos por partido de Liga), mejores eran las de Quique (1,8) y probó la hiel de la destitución como regalo de fin de curso.

El exigente paladar de Mestalla no acepta que la imagen del equipo continúe desmadejándose en casa. Aunque las estadísticas alienten a Emery, ese intangible que son las sensaciones enmaraña su futuro. El runrún de la calle puede pasarle factura. Pero si se le retira la confianza también habrá que explicarlo, ya que son sus jefes los que han decidido supeditar la hipotética renovación a los resultados... justo el punto fuerte del entrenador.

(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 10 de enero de 2010)

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