El enemigo está en casa

Hasta 41 centros comerciales está previsto construir durante los próximos cuatro años en la Comunidad. Casi nada. Si todos los proyectos prosperan, habrá ya 75. Dicho de otro modo, se avecinan tiempos aún más difíciles para el pequeño comercio, que lucha con tirachinas contra carros de combate.
Uno, firme defensor (menos práctico que teórico) del entrañable negocio tradicional, donde el comprador es mucho más que una tarjeta de crédito, no puede considerar ésta una buena noticia. Sin embargo, ciertas pequeñas tiendas de barrio corren el riesgo de hacer que termine siéndolo. Sobre todo si en lugar de espabilar se refugian en la fidelidad del cliente y se dejan comer más terreno. La dejadez de una minoría puede desembocar en la ruina de todos.
Esta reflexión me asaltó días atrás, cuando decidí realizar unas compras cerca de casa. Quizá otra vez ni me lo habría planteado, pero me dio por ser fiel a los principios y no dejarme absorber por el tifón de las grandes superficies. El reto no parecía complejo: tan sólo necesitaba duplicar un mando a distancia de garaje y comprar varios discos de ordenador. Será cosa de veinte minutos, pensé. Y unas narices.
En la ferretería de turno, el dueño había ido al banco. Una nimiedad de no ser porque sólo él conocía cómo funcionaba la dichosa maquineja. Su consorte me invitó a esperar. Cuando ya no había catálogos por leer ni tornillos que contar apareció el buen hombre. Sin alterar su rictus, se disculpó: el mío era el único mando del mundo que no podía duplicar. Menuda casualidad. Contrariado, fui a por los discos. El vendedor frunció el ceño en cuanto formulé el pedido. Aunque los tenía en cantidades industriales, sólo me los podía dar si aceptaba renunciar al ticket de compra, pues la chica de la caja registradora estaba almorzando.
Decidí entonces dejar los principios para el próximo 30 de febrero. En diez minutos estaba en un centro comercial, quince después tenía mi mando, seis más tarde los discos, con ticket y todo, y encima me corté el pelo y entré al cine. Es para pensárselo.
(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 15 de abril de 2002)

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