La inmolación social de los jóvenes

La indisciplina en las aulas preocupa, y mucho, a los españoles. El último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas refleja la opinión generalizada de que se necesitan más castigos para paliar problemas como la falta de modales o de ganas de aprender en el alumnado. Paralelamente, otro informe atiza el fuego al admitir que en seis de cada diez conflictos escolares subyacen insultos a profesores.
Ante tal panorama, lo cómodo es evocar supuestos tiempos pasados idílicos para denostar los actuales. Sería, sin embargo, un error, porque salvajes e inadaptados siempre ha habido. Y vagos, también. Resulta indudable que la situación en las aulas dista mucho de la ideal, pero parece injusto satanizar a las nuevas generaciones, condenadas últimamente a purgar todos los males del mundo. No necesito forzar la memoria para recordar, en mi etapa estudiantil, situaciones demenciales. He visto desde el pupitre arrojar bocadillos, sillas y hasta ladrillos a través de ventanas; profesores de baja por depresiones más que comprensibles mientras sus imberbes torturadores se frotaban las manos... Por no hablar de ritos vandálicos como el lanzamiento de huevos contra alumnos noveles, cruel ejemplo de terrorismo psicológico.
Respecto a la necesidad de castigos, sí y no. Recordaría a los padres que la educación es sobre todo obligación suya más que de los profesores, y que en muchas ocasiones lo que se ve en las aulas refleja las carencias del hogar. Además, el principio de que la letra con sangre entra está ya fuera de onda. No olvidemos que el loco que mató a 17 personas en un instituto alemán había sido expulsado.
Sin embargo, ante las quejas por la falta de calidad de la enseñanza no queda más remedio que asentir. Es inadmisible que un alumno termine secundaria sin calcular con decimales o entender metáforas, como reflejó un informe del Ministerio. El gran fracaso del Gobierno no es la reforma de la enseñanza en sí misma, sino haber sido incapaz de convencer a la sociedad de su conveniencia.
(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 29 de abril de 2002)

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