Emery tiene equipo y el apoyo presidencial; ha llegado su hora

A la pregunta de si Llorente tiene paciencia, un mordaz analista podría responder: «Menos que Soler». Y las cifras respaldarían su aserto, ya que Fernando le duró 360 días como director deportivo, mientras que el voluble constructor tardó 398 en retirar la confianza a Carboni. Al menos el actual presidente sí puede presumir de superar a su antecesor en estabilidad emocional. Mientras la relación entre Soler y sus responsables deportivos degeneraba desde el amor absoluto a la frialdad extrema, Llorente nunca tragó a Fernando. Confió profesionalmente en él, como demuestra el hecho de que la nueva plantilla lleve su sello de pe a pa, pero en cuanto todo estuvo claro lo largó. En contra de lo que se respiraba en los despachos de Pintor Monleón durante muchos meses, Llorente apostó por Unai Emery y esa es la gran responsabilidad que recae ahora sobre los hombros del joven técnico vasco. Maneja una plantilla de esas que gustan a cualquier teórico del fútbol, sólida y sobre todo con un amplio margen de mejora. Emery tiene ante sí la posibilidad de convertir el defecto en virtud. La ausencia de vacas sagradas abre las puertas a un Valencia más solidario, donde el bloque prima sobre lo individual. Pero necesita ayuda. Nadie puede esconderse ya a la sombra de las estrellas, porque no las hay. Llegó la hora de los eternos secundarios. Vicente y Joaquín dieron el paso. Ahora toca por ejemplo el turno de Fernandes y el Chori, de momento simples promesas.
(Artículo publicado en LAS PROVINCIAS el 13 de septiembre de 2010)

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